Sín título - Ermitaño Azul.

Ahí estaba con los amigos, las amigas,

la noche y la sensación de prestar los sentidos a la discordia de la razón…

Tengo veinticinco  años,

Mientras aparece la ilusión de la carne fresca una nunca deja de preguntarse hasta que

Punto retornamos del dolor.

La idea tan  cercana del cuerpo,

  es tuya, de ellos, de la calle y la tristeza porque la única y más certera realidad es k antes y después de ti y de mi, queda el polvo.

Destruyendo a mi padre y  a mi madre en cada polvo, y beso y abrazo

Es la vida la que corre entre nosotras. La teoría no basta, ahora estamos de moda los perdidos, los visionarios, los impredecibles y los lugares comunes. Desde el rincón de mi conciencia reconstruyendo la teoría. Sólo el sentido del amor libre permite el reencuentro con nuestro pasado y presente, nunca más viva que cuando se es amada y nunca más entera la utopía de la libertad.

La ligazón entre el cuerpo y el amor para mi es tan sencilla como elemental; no poseo el cuerpo de “la belleza tradicional”- no me interesa- no quiero tener la familia capitalista, no espero de la vida el soplo del conformismo. Sin embargo, el amor te acerca al espacio finito de la existencia, de la liberación del “yo”.Yo creo que es la puerta de entrada a la sensación elemental de que por más que cada vez seamos más falsos en las relaciones sociales, más reprimidos en la vida afectiva,  mientras más individualista sea el sentido de nuestro “porvenir”  la desnudez de nuestro cuerpos es un espacio muy silencioso.

 Sin antes, ni después, sólo la entrega de un mapa que muestra cuanto camino hemos aprovechado o desperdiciado en la búsqueda insípida de la realidad que nos acompaña.


Autor: Ermitaño Azul
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