junio 09, 2013

Un sólo día más para Soledad.

Me encuentro sola, sentada en una silla de mi cuarto. Respirando lentamente el olor del pasado, encerrada en libros y recuerdos que escalan las paredes de la habitación. Latiendo con fuerza en mi corazón ya cansado.

Admiro cada esquina y cada pieza, no veo como han pasado 50 años tras esta loza más vieja que yo y los años no son los que me pesan... ¡Si no los recuerdos!

Como olvidar que debajo de esa misma loza viví lo mejor que pude vivir en toda mi vida. Dos años de intensa pasión con aquel joven que amé profundamente y hasta ahora sigo amando con tanta locura e ímpetu.
Él se llamaba Carlos, era un escritor poco conocido, recién comenzaba su carrera, no obtenía trabajo, vivía conmigo. 
Lo conocí como se conocen a los príncipes en los cuentos que siempre pintan con final feliz, y que yo misma creí sería un final feliz. 
Como se enamoraba uno en ese entonces, dando bellas palabras y una flor en el parque, haciéndola sentir a una única y deseada.
Lo amé tanto que su recuerdo me pesa como una lápida de muerto en mi corazón. Dos años no sirven de nada más que para pesar 50, como en este mismo momento.
Miro a la cama, esta sola y aún su perfume sigue flotando por el aire, aún lo puedo sentir.

¡Mala suerte mía! Que hasta la soledad la llevo en el nombre. Y Carlos llevo la mala suerte para cumplir con el nombre, me dejo aquí sola mientras el partía hacia ese cielo estrellado que siempre gustaba de admirar por las noches y eran motivo de sus poemas.

Ahora hasta el suelo tiembla fuertemente porque las raíces de nuestro amor quedaron aquí clavadas, siento tu presencia por todas partes y sé que a pesar de tanto tiempo que ha pasado aún sigues aquí amándome.

Cada noche se vuelve 1 de Julio de 1958 y volvemos a ser aquellos dos jóvenes apasionados amándose con frenesí en esa noche de luna llena. Entregándose locamente y sin reparos uniéndose en uno solo, dejar el sexo para transformarlo en sentimientos. 
Cada noche se repite tu amor y el mío, cada noche se vuelve mágica recordando como dos amantes desconocidos para el mundo, hacían su mundo en una habitación. 

Y aún tras estos años no se puede olvidar en este mismo cuarto aislado de todos, donde tus recuerdos abundan y cada noche se inunda de calor.

Aún me llame Soledad y aún ya no estés aquí, me quedo contenta sabiendo que dos años no pasaron en vano, que dos años fui feliz a tu lado.
Y estos libros amontonados en un librero cada uno se impregno de tus letras. 

Sigo sola, sentada en la misma silla, mirando el mismo punto, esa cama perfectamente acomodada llena de tu olor, huele a pasado y a humedad pero aún mis poros dicen que huele a ti. 
Los vellos se me ponen de punta como evocando tus manos recorriendo mi espalda, y la nariz se me congestiona por tu mismo aliento, tu boca se me llena de la tuya y el corazón me deja de latir por tu mismo palpitar...

Y te veo... del otro lado del puente... tomo tu mano... vuelo para llegar a ti... 

Sabía no podía esperar un día más para estar contigo, por fin, un sólo día más para Soledad... ¡Te amo! 





1 comentario:

  1. He leído tus trabajos, son muy buenos. Continúa adelante!!!!!! Tienes todas las condiciones para seguir creciendo.

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