diciembre 28, 2013

Le escribo poemas a la nada...

Le escribo poemas a la nada
mientras el destino se mofa de mi
no creo en la suerte
por mi mala suerte hallada.

Inconscientemente
       (o consciente)
deseaba me amará
como cual pintor amaba
su oficio
como amaba pintar barcos
en la cárcel del olvido.

Le escribía poemas a la nada
palabras que escupía hacia el cielo
intentaba decirle que lo amaba 
decirle que como a nadie lo quiero.

Deseaba que usted poeta 
me correspondiera 
un poco me quisiera 
la luna era mi cómplice 
de los versos escritos en la arena. 

Nada le importo 
y aún sigo escribiendo a la nada
ya no es mi ángel 
ni siquiera mi cielo
ahora eres nada
aunque nada signifique te quiero. 








diciembre 23, 2013

Aquel 14 de Febrero...

Típico 14 de Febrero, la gente preparándose, riendo de felicidad, unos tristes, estúpidos como yo.Que no tienen a quien regalarle algo y que nadie le regala nada. Un día de esos en que quedé con una amiga como yo, de ir al bosque de Chapultepec junto con otros y luego dirigirnos a su casa. Haríamos una fiesta para celebrar el puto día del amor y la amistad, lo que en realidad era el pretexto perfecto para embriagarnos y algunos poder follar a gusto con quien quisieran, la gran organización de homosexuales entre mis amigos, podías tocarte con quien quisieras, robarle besos, meterte en sus sábanas a media noche y no pasaría nada. Ese era nuestro famoso día del amor y la amistad. En ese entonces, con 16 años, escribía ya, en el autobús, en el metro siempre llevaba una libreta de apuntes, cualquier cosa se me ocurría, la anotaba y tenía una idea nueva. Está vez el viaje era aburrido, abordé el 'micro' junto con varios amigos, todos hombres, platicaban cosas de comics y demás, lo cual en ese momento me pareció lo más putamente aburrido del jodido mundo a pesar que la mayoría de veces yo empezaba a sacar esos temas. Saqué mi libreta y comencé a dibujar, cosas tontas, como muñequitos de palo y círculos.

Bajamos del camión, guardé la libreta y abordamos el metro, estación Pantitlan. Abordó un joven, de 23 o 25 años a lo mucho, moreno claro, ojos profundamente negros, sentí palpitar mi corazón, mi entrepierna. Tonto, estúpido, sentí atracción. Lo observé de reojo, era guapo, una nariz fina, ligeramente del lado, mentón un tanto cuadrado y pestañas largas y negras. Tanta era mi insistencia, que se dio cuenta. Pero no hizo más que regalarme una mirada coqueta y una sonrisa ligera. Me sonrojé, era tremendamente atractivo. Saco un libro de su mochila y comenzó a leer "Aura" de Carlos Fuentes. Ojeaba rápidamente, parecía que no lo leía. Se desocupo el asiento del lado de él, me levanté por inercia y me senté de su lado. Comenzó a sonreír, mientras meneaba su cabeza haciendo un gesto gracioso. No sabía que decir, lo más lógico era "Buen libro" como todo estúpido queriendo ligar.

Aunque yo conocía perfectamente ese libro, porque me encantaba. Sentí las mejillas calientes y un fuerte palpitar, quería tocar su mano, besar sus labios tremendamente bonitos, se veían carnosos, y esos hoyuelos cuando sonreía, quería pasar mi dedo sobre ellos, mirarle a los ojos, no atine a decir nada, las estaciones seguían y yo estaba como estúpida observándolo.

Hasta que me decidí, estación San Lázaro: "¿qué tal el libro? Es muy bueno ¿no? Donceles, maravilloso lugar..."

Yo queriéndome hacer la interesante, buscando tema de conversación, volteó con una sonrisa pícara, algo sonrojado y dijo: "Es excelente, me encanta". Sonreí y comenzamos a dialogar sobre el libro, pretexto estúpido para dos estúpidos. Se declaró admirador de Marques de Sade, como yo y mencionó varias frases de el. Salto del Agua, ya íbamos cerca, me pregunto a donde me dirigía: "Chapultepec" contesté casi al instante, no sé si fue casualidad o lo decidió y dijo que me acompañaría con todos mis amigos. Balderas, Cuahutemoc, Insurgentes, Sevilla, llegamos al lugar. Caminamos rumbo al bosque, al lado del lago.

Mis amigos comenzaron a preparar cosas, armar planes, que haríamos, yo los dejé, me fui sin avisar con el moreno de mirada penetrante y misteriosa, llegamos a una parte apartada del bosque, típico refugio de los 'enamorados' en el día tan jodidamente especial. Nos sentamos en una banca de cemento y comenzó a acariciar mi cabello, dijo que era precioso, color negro como la noche y me abrazo. Sentía especial atracción y con su sólo rozar de sus dedos sentí una explosión. Me beso ligeramente, sus labios gruesos devoraban los míos, de manera muy dulce y tierna.

De los besos pasamos a las caricias, cada vez más atrevidas, sentí su dureza en mis manos, sentí como crecía con más vigor, él sentía mi humedad a través de la ropa. Estaba cada vez mejor todo, pero de pronto llego un policía en su cuatrimoto, advirtió que no siguiéramos, que era un lugar público y una persona reportó lo que hacíamos. Decepcionados, nos fuimos.

Mis amigos ya me buscaban, era hora de irnos y no me encontraban por ningún lado. Cuando salimos del lugar, el ya me tomaba de la mano y abrazaba. Mis amigos se sorprendieron, pero yo no respondí a nada de lo que preguntaban, en el subterráneo se despidió de mi, me dijo que le había encantado la experiencia, que jamás lo había hecho y le fascino, me acarició los labios, me dijo que nos veríamos pronto, que lo presentía. Casi cuando iba a abordar, le pregunté su nombre, entro al gusano naranja y escribió en un papel algo, que me arrojó por la ventanilla. El papel giró en el aire, dio varias vueltas y por más que corrí no alcancé a tomarlo, cayó en las vías del metro... Hasta ahora sigo esperando encontrármelo de nuevo...






diciembre 19, 2013

#1

Desperté.

Olí todo lo que nadaba alrededor de mi, besé tu muñeca, amé tu respiración. Te rodeé con mi amor, me rodeaste con tus brazos, vi tus ojos cafés y por toda mi vida quise hundirme en ellos. Tus labios protectores rodaron por todo mi cuerpo y tu vista nunca quise perder.

Crecía mi alma cuanto mas te veía y las rosas inundaban mi nariz con su perfume, te besé de nuevo pero ésta vez tu floreciente piel lucía marchita, y mis manos se estiraron a acariciar tu barbilla cansada y triste por el paso de 40 mil días y unas pocas noches.

Esos luceros que brillaban como 10 estrellas comenzaban a irse, no había rastro de ese universo que navegaba por mi corazón y te vi no ser feliz. Y de pronto comenzó a olerse a mierda y putrefacción, la luna dejo de salir por las noches mientras el sol abrasaba al viento para prender todo.

Quise no haber despertado nunca.

Dormí.

No sé cuanto tiempo fue, ni quiero saberlo, sé que mi presencia resulta inútil en este vasto desierto inundado de mentiras y unas pocas verdades.

Quisiera volver a dormir al lado tuyo, en la inmensa oscuridad que te traga cada día y cada noche. Tus ojos son aspirados por gusanos ponzoñosos, ya no respiras más.

Vuelves a la tierra que es donde naciste y ahora eres alimento de las ratas que habitan en tus entrañas.
Te extraño por las noches que son eternas a base de alcohol y humo.
Sustancias en las venas.

Duermo para seguir evadiendo mi realidad.




diciembre 11, 2013

Días muertos.

He agotado los días del calendario
exhaustas las horas cojean en el suelo
y mi memoria rota llora por tu encuentro.

¿Cuántos cafés he probado en este día muerto?
Que sucumbe ante la aproximación de la noche.

¿Cuántas horas he pasado intentando reflexionar?
Y no he hecho nada ni cambiado nada porque sólo pienso y no actúo.

¿Cuántos días nauseabundos tienen que pasar más?
Para seguir llorando tu partida y odiar a los gusanos que comen
y te despojan de tus carnes y entrañas sin respeto y con aguda hambre.

Maldigo a los gusanos que te devoran
a la tierra que te succiona
a la oscuridad que ahora es tu casa
a las estrellas que nunca más contarás
a aquellos que derraman hipocresía
a las aves que con su vuelo surcan el cielo
y tiran su excremento sobre mi tristeza
a la pluma que por inercia escribe palabras para ti
al pasto que crecerá sobre tu tumba
y a la lápida que pesa y no te deja salir.

Maldigo el día que tus ojos se cerraron
y sobre todo maldigo no haber estado ahí
me quedan dos cicatrices para recordarte
me quedan todos los libros que te prometí.

Ahora la pregunta cambia:

¿Cuántos días muertos han pasado tras esos cafés?
No tengo la menor idea y tampoco me interesa tenerla.
Que importa si es martes o viernes o si viene el sábado;
no importa si no estás tú.

Te ofrezco una disculpa
no soy yo quien recé un rosario para ti
no creo en Dios ni creeré para que te salves tu
aunque puede ser que eso quisieras.

¿Cuántas horas tengo que esperar más sentada en la tierra?
Nunca más regresaras ni te veré
y esas horas siguen arrastrándose viéndome perder.

La gran señora se acerca a nosotros
roza nuestra cama
somos perdedores todos
pues ella nos dio una vida de ventaja.

El día muerto eres tú.






diciembre 10, 2013

Colibrí.

Se consume un cigarro en mis labios
y tus alas se extienden
para darme un abrazo.

El cielo se mira tan claro
navegando por el mar
tus alas sobre mis hombros
amándome a cada palpitar.

Quién diría que la raíz se enamoraría
de quién piensa y vuela con fuerza
de quién todo lo que toca y canta
se vuelve agua dulce.

Ahora se escucha la risa de los niños
que todavía nadan en tu sexo
se escucha el andar de la locomotora
traspasando tu laberinto con mi viento
haciéndonos sentir hoguera en invierno.

Explota tu emoción en todos mis amaneceres
borra las arrugas de mi cama con tu cuerpo
inunda mi habitación con tu color
rompe papeles con tus dientes porque son poesías de dolor
para que anochezcas en mis brazos
calienta con tus pensamientos mis sueños
e incendia mi cuerpo con tus manos.

Quién diría que el ave conquistaría
a quién cambia y teme
que pesarosa no sale de su interior
quien no gira ni se mueve
y no sabe como él siempre vuela alrededor.

Se vuelve a consumir un cigarro
tus alas no se abren más
me abrazan, me calientan
y vuelve a escucharse la risa de los niños
entrando en tu sexo.

Colibrí que hermoso vuelas
tus colores regocijan en mi habitación
te amo con tus alas transparentes
y mi cielo iluminado con tu amor.




diciembre 09, 2013

Vian: Bajo tus alas.

Para leer la primera parte. ¡Click aquí!

Para leer la segunda parte. ¡Click aquí!

"Hay vida bajo tus mutiladas alas de colibrí..."

Le repetía una y mil veces más a aquella bella persona de ojos cafés y nariz redondita.
Hay vida en tus sueños que me inspiran a volar, mar en forma de nubes y besos de algodón que me hacen soñar cada vez más.

Vian sonreía pero eso no evitaba que viese sus ojos tristes, apagados y sin vida. Sus piernas largas, morenas y torneadas no se veían como siempre a pesar de ser tan lindas, ni su cintura, ni sus pechos grandes y firmes. A pesar de que yo la amaba me costaba trabajo quererla así, es que ni toda su belleza hacía que sus ojos recuperaran la alegría y aunque yo lo pensara de mil maneras, llegaba sólo a una conclusión, era la mujer más guapa pero a la vez la más triste que yo había conocido.

- No te preocupes por mi, corazón - me decía - yo ya tengo tiempo por ahí vagando y es hora que recupere el descanso porque mis hombros pesan mucho ya.

- Pero Vian... ¿Qué piensas hacer? Es que tu... me importas mucho.

- Nena, eres tan inocente a veces... Yo quisiera ofrecerte más cosas pero algún día volarás como todas las aves que tienen un destino y no como yo, que sólo soy un ave de paso.

Me besó. Un beso largo y amargo pero a la vez fuerte y con decisión.

- No quiero ser cruel contigo chiquilla. Pero yo como ave de paso tengo que seguir, quizás sola o con otra persona, tu no significas tanto para mi... Tengo muchas cosas por hacer y tu me sirves de consuelo, pero apenas me aburras te diré te vayas, como a todos les he dicho... Eres la primera mujer en mi vida, como yo de la tuya, pero eso no significa que estaré siempre contigo, corazón...

- Lo entiendo - dije, mientras dos lagrimas resbalaban por mis mejillas - lo entiendo...

- Pero no llores, porque me pones sentimental y sería capaz de prometer cosas que nunca cumpliré o peor aún, decirte que no te vayas nunca porque tu presencia es necesaria para mi

- Porque tú sabes que es necesaria pero no me quieres en tu vida porque temes...

- Claro que temo, temo de amarte tanto que sobrepase los límites que tengo que respetar, yo sólo he sido una miserable persona, que folla con otros para sentirse un poquito a gusto con su vida de mierda... no me entiendes porque nunca pasaste por eso - reclamó - eres una tonta porque no conoces de nada de la vida...

- Ven, te abrazaré todo lo que necesites y luego me iré así como me has dicho - la besé - te acompañaré lo que sea necesario, mis pasos de cualquier forma te seguirán a ti.

Recostada en mi pecho comenzó a decirme cosas tontas y sin sentido, absurdas que escondían toda su verdad, lloraba poco ya. Su respiración era más o menos normal pero su corazón seguía apretujado, intentado estallar sin saber como.

- Cuando niña estuve condicionada a lo que mis padres querían y no amé a nadie más que a ese muchachito tierno. Recuerdo las perversiones a las que me sujetaba mi padre cuando mamá se iba de casa o cuando mamá me contaba todas las cosas malas que mi padre hacia atrás de su espalda... Tu no sabes cuanto odio hasta la misma familia que tuve, que me obligaron a vestirme de tal y cual manera o de ser la niña tierna y bonita que permanece como maniquí - pauso para tragar saliva - estoy acostumbrada a lo fácil, a pensar diferente o quizás no pensar, a sobrevivir en lugar de vivir, a sujetarme a deseos ajenos, a prestar mi sexo para aliviar penas que no son mías, a eso estoy acostumbrada.

Siguió llorando mientras yo permanecía en silencio escuchándola...

- Mi sexo es igual de inútil que yo porque no ha servido para nada, mas que darme tristezas mientras ellos se burlan de mi. Cuando niña yo siempre tuve que ser obediente, sumisa, aprender a ser toda una dama, pero en lo que me he convertido es todo lo contrario, sólo voy por ahí rodando. Dinero no me hace falta, pero si me hace falta algo que el dinero no puede comprar. Sigo siendo triste...

- Pero Vian, aún hay vida bajo tus mutiladas alas de colibrí, aún tienen ese encanto nadando ahí. Aún puedes soñar, volver a vivir. No te dejes morir de esta forma. ¡Vian! Aún hay  vida ahí en tus ojos y en tus manos, en mis cejas y tu mirada... por favor, no me dejes aquí como tonta esperándote siempre...

- No, nena, para mi ya no hay más oportunidades, en doce mil días no he logrado nada, menos ahora.

- Tienes doce mil más - rogué - sólo dame otra oportunidad.

- No, nena. Abrázame, tu lo dijiste, estarás hasta que yo te necesite y puede que si sean doce mil días más...








Licencia de Creative Commons

Septiembre 2012: Mes de poesía experimental.

Noviembre 2012: Mes de Unión y Solidaridad/ Trabajos enviados por compañerxs.

Febrero 2013: Mes de cuentos eróticos.